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Delirio de Capgras
2015/02/16

 

Dra. Ana de Benito


Es el más frecuente de los síndromes de falsa identificación delirante. Se describe su fenomenología en trastornos psiquiátricos y orgánicos, su prevalencia y la comorbilidad con otros fenómenos reduplicativos.

Voy a tratar de explicar el origen del delirio tanto desde la perspectiva de la psicología cognitiva y de presupuestos psicodinámicos, como de la neuropsiquiatría y las bases neuroanatómicas. 

Según los modelos cognitivos, el delirio de Capgras no puede entenderse únicamente como una disfunción del reconocimiento facial, sino de la persona globalmente considerada. La sensación de familiaridad está ausente por la incapacidad para integrar recuerdos sucesivos sobre una persona a lo largo de experiencias episódicas, generándose dobles delirantes de acuerdo con las necesidades y motivaciones del paciente. 

Desde el punto de vista neuropsiquiátrico, el delirio de Capgras aparecería por el fallo en conciliar la información sobre el reconocimiento y las emociones, producto de la desconexión entre el lóbulo frontal y las regiones temporales y límbicas (hipocampo) derechas, junto con el daño bilateral. Los delirios se producen con más frecuencia tras lesiones derechas porque se ven afectadas funciones como la automonitorización, la monitorización de la realidad, la memoria y la sensación de familiaridad, considerando, además, la necesaria preservación del hemisferio izquierdo para su aparición.

La etiología del delirio de Capgras implica la consideración conjunta de datos clínicos, neuropsiquiátricos y neuropsicológicos integrados con los diversos modelos teóricos.

El delirio de Capgras lleva a la falsa identificación delirante y se caracteriza por la creencia delirante sobre la identidad propia o de una persona familiar y afectivamente significativa, que el paciente considera que ha sido sustituida por un doble. Es un cuadro que se describe cada vez con más frecuencia en trastornos psiquiátricos y orgánicos, siendo estos últimos los que presentan mayor afectación neurológica y cognitiva.

Desde los modelos de la psicología cognitiva se ha ido evolucionando desde una atribución del delirio de Capgras a una alteración del procesamiento facial hasta concepciones actuales que recalcan la incapacidad para integrar el reconocimiento de una cara familiar con los recuerdos emocionales ligados a ella, de modo que la sensación de familiaridad esperable no llega a producirse. Esa disfunción provoca la ausencia de la sensación de familiaridad o unicidad, creándose un doble delirante. Hemos de destacar también la posible independencia de las vías visuales que conducen al reconocimiento afectivo de una persona.

Estos modelos cognitivos han llevado a desechar como teoría etiológica del delirio de Capgras el fallo en el procesamiento facial exclusivamente. Cabe mencionar la escasa relevancia que recientemente se ha venido concediendo a explicaciones de corte más dinámico, si bien siguen teniéndose en cuenta las motivaciones, deseos y necesidades internas del paciente para colorear el contenido delirante.

Los recientes modelos de procesamiento destacan la disociación entre reconocimiento y respuesta emocional. La evidencia de que no todos los pacientes con afectación del hemisferio derecho desarrollan un síndrome delirante ha llevado a sugerir la presencia de algún mecanismo positivo de creación del delirio, que requeriría al menos cierta preservación del hemisferio izquierdo. Éste actúa normalmente inhibiendo al derecho, trata de dar coherencia y sentido, y de interpretar la información disonante entre reconocimiento y ausencia de familiaridad.

A su vez, la teoría de los dos factores de los delirios monotemáticos entre los que se encuentra el síndrome de Capgras, propone que la génesis se debe a un doble fallo: O en la zona ventromedial del lóbulo frontal derecho más el fallo en el mecanismo de contraste de creencias que produce la persistencia del delirio a pesar de la evidencia en contra, sustentado también por el frontal derecho.

Aunque los síndromes de falsa identificación se relacionan con el daño cerebral que afecta a la percepción, memoria y funciones ejecutivas, estas alteraciones por sí solas no dan respuesta al conjunto de síndromes y sus matices.

El delirio de Capgras requiere de la concurrencia de anomalías perceptivas, afectivas, fallos en el razonamiento, en la toma correcta de decisiones y en la evaluación de creencias, así como de cierta base previa de suspicacia. Estos factores junto con la motivación, la psicopatología premórbida y la pérdida de la función del self podrían determinar qué pacientes vulnerables desarrollarán delirios y quiénes no.