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Un lugar para disfrutar de la vida
Una apuesta por la vida y la memoria (y 2)
2015/06/15

 

 

Hombres y mujeres en favor de la Paz en Colombia. Paz que ha de ir de la mano de la Libertad, Verdad, Educación, Trabajo y Salud a diario. 

 

Villabrado Luis Duque Villegas


Cocorná hoy, un pueblo con esperanzas

Pero el Cocorná de hoy es la más fehaciente demostración de dos cosas: En primer lugar, de cómo un pueblo es capaz de sobrevivir al desplazamiento del 70% de su población; a más de dos mil asesinatos; a muchas masacres; a la destrucción de sus más emblemáticos iconos de la Cultura; a las infinitas vejaciones de los ejércitos armados de todos lados.

Y, en segundo lugar, la otra demostración, hace referencia al arte como redentor, ese sí, de los pueblos; porque fueron las armas de la cultura las que derrotaron a los guerreros de la supina ignorancia; porque fueron los bailes, el canto, el teatro, los que hicieron correr a los guerreros; porque fueron la trova y el chocolate, la música de nuestro tiples y bandolas, las que derrotaron a los guerreros, porque para ellos la música es el ruido de las bombas y los fusiles; fueron la danza y el teatro; fueron los niños que salían a cantar al parque cuando ellos se iban cansados de la metralla.

Hoy somos un pueblo con un enunciado de esperanza para sus gentes; los de aquí y, los que se fueron y quieren regresar a sus lares; somos un pueblo alegre que tiene la mano tendida para los que llegan a visitarlo; que le ofrece al mundo los más exóticos paisajes; los más bellos cantos de nuestras aves; el susurrar del viento en el ventisquero de Tiemblas; que le presenta al mundo cuatro ríos, más de 100 fuentes de agua, 8 cascadas hermosas, una de las mejores pistas para los deportes de aventura: parapente, torrentismo, canopy, vía ferrata. En fin: sol, viento y paisajes de bosques umbríos.

Esto y mucho más, es el Cocorná de hoy que mira con esperanza el presente y con ilusión el futuro de sus nuevas generaciones, que tal vez no tengan que volver a padecer los horrores de una guerra estúpida, de aquellos sin más discurso que el tronar de los fusiles; una apuesta por la vida y la memoria. El Cocorná de hoy respira paz; el Cocorná de mañana esperanza; paz y esperanza las dos cosas que nos quitaron durante años sin que supiéramos porqué lo hicieron.

Saliendo del túnel

La guerra es como un túnel oscuro, como algunos que se dice construyeron en Cocorná y que seguramente quedarán ahí durante muchos años, como una muestra de la supina estupidez de los hombres que buscan destruir y destruirse en aras de una supuesta ideología, algunos otros impulsados por el afán de poder. Pero además la guerra en Colombia es una torpeza social que se perpetúa por inercia, una cadena de odios heredados que hace resonar en la mente de los combatientes ideales de una patria grande mientras deja a su paso desolación y muerte.

La violencia que hemos vivido los colombianos en los últimos sesenta años emergió como el producto de la sedimentación de muchas guerras inconclusas y prolongadas, que terminaron legitimando el asesinato como una forma de dirimir conflictos vecinales, políticos, económicos y hasta amorosos.

Un pueblo civilista a pesar de ellos

Una cosa sí podemos certificar los cocornenses en relación con los años del conflicto: Nos aterrorizaron; nos espantaron; nos desplazaron; nos asesinaron; nos incapacitaron; nos desaparecieron, pero jamás doblegaron nuestro coraje como etnia y como pueblo. El pueblo, que se quedó para afrontar la tempestad de la guerra, permaneció silencioso sí, pero enhiesto. La mirada de sus gentes jamás reflejó sumisión y nunca se subyugó a las pretensiones de los bandidos. Quienes tuvieron que desplazarse, se fueron con lágrimas en los ojos pero firme la mirada y la frente en alto.

La cultura como catalizador de la violencia

Uno de los más bellos matices de ese concepto inconmensurable llamado cultura, nicho donde caben la inmensidad de nuestros sueños y la vastedad de nuestras ambiciones, es sin duda la interpretación que se le da contemporáneamente como la manifestación de las que con justeza histórica, han sido llamadas: las Bellas Artes.

La Canta popular que agrupa la trova, la copla y la poesía acompañada del trinar de guitarras, tiples y requintos; trovas y coplas convertidas en bambucos y pasillos, rancheras y vallenatos. La danza, la más exquisita manifestación de la sensualidad corporal y el simbolismo de sus expresiones y el teatro y sus más ancestrales interpretaciones.