Hablame.tv
A A A A A A A
Un lugar para disfrutar de la vida
Vivir y convivir en paz a diario
2015/06/22

Manuel Carmona Rodríguez

Texto para el Foro Internacional sobre la Paz en Cocorná (Colombia)


Hace ya veintidós años, entre 1993 y 1994, cuando comenzaba a estudiar y a vivir como periodista, tuve que afrontar el tema de la Paz en el Mundo como uno de los retos del final del siglo XX y de esta centuria en la que ahora vivimos. Fue en un trabajo de investigación de final de curso para la materia de Historia Universal Contemporánea del Primer Curso de la Carrera. Cuando empecé a leer sobre el tema, en octubre de 1993 y hasta su entrega a finales de mayo de 1994, me percaté por las fuentes que iba contrastando que había sido uno de los asuntos que había preocupado a otras personas, generaciones, pueblos e instituciones a lo largo de la Historia.

Esta mañana del 11 de junio, cuando el Sol había salido hacía unos tres cuartos de hora en el Valle del Guadalquivir a la altura de Sevilla (España), el compañero en el Periodismo y las Letras Villabrado Luis Duque me ha pedido una reflexión sobre el tema que os ha llevado a cada una de las personas e instituciones colombianas e internacionales a celebrar este Congreso Internacional sobre la Paz. Mi gratitud a Villabrado Luis Duque y a ustedes por darme la oportunidad de expresarme con libertad y responsabilidad.

La persona -hombre o mujer- al nacer se ve inmersa en una serie de circunstancias de vida que en un principio desconoce. Hay criaturas en el Mundo que cuando apenas ven la luz del Sol o de la madrugada, su final llega por causas múltiples: un injusto conflicto bélico, un maldito acto terrorista, o un asesinato que encubre perversas intenciones.

Hay nasciturus que no llegan a conocer esta vida por otras razones como una violación o un maltrato que sufre la madre que lo acoge en su seno, o una interrupción del embarazo por unos motivos que aquella en soledad o en compañía decide adoptar.

Conforme la persona va cumpliendo años, se percata de que tiene que dotar de sentido, de proyectos o razones de vida a sus días. Cualquier hombre o mujer en algún momento de su vida ha sentido eso que se llama vocación. Esta como mostré en mi Tesis Doctoral no solo va unida a unos estudios que permitan dedicarse a una actividad artesanal, profesional, empresarial o artística. Va más allá. Es sentirse llamado a compartir la vida en pareja, es formar una familia con esa persona si así dos lo deciden. Es aprender a construir relaciones de amistad, de vecindario y cívicas que merezcan la pena. Es darse cuenta desde que uno conoce por fuentes escritas y audiovisuales la existencia de otros países, y sobre todo por las relaciones humanas que establece con esos otros seres humanos nacidos o afincados en otra nación, que vivimos en la Tierra -casa común- y que no podemos convivir de cualquier manera.

La coexistencia, que es consecuencia de que personas, grupos o instituciones viven con posturas cotidianas enfrentadas, y las tensiones más o menos graves laten y se manifiestan, es insana y acaba siendo injusta. La coexistencia se da en barrios, ciudades, regiones y países en los que los nacionalismos, el terrorismo, los conflictos bélicos civiles o internacionales, el tráfico indiscriminado de armas-drogas-personas u otros recursos, forman parte del escenario humano cotidiano. Pero, si seguimos profundizando, la coexistencia aparece por la incomprensión, la falta de interés e ilusión, y la perdida del respeto ajeno y propio, que se da en las relaciones de pareja, familiares, de amistad, en las instituciones formativas o en el mundo profesional. El día a día se vuelve maldito, se empobrece, son relaciones que se tornan canallescas.

¿Qué hemos de hacer y también dejar de hacer para al menos darnos la posibilidad de revertir cada una de las situaciones sugeridas?

Es una tarea que exige a cada hombre y mujer de cualquier generación y país a un aprendizaje continuo. Por supuesto, dando cabida al descanso. Decía Cervantes que es mejor el camino que la posada. Hoy, ya con cuatro décadas vividas, y desde la admiración al maestro, afirmo que es necesario el descanso y el gozo en la posada para volver a reemprender el camino.

A ti, a cada una de las personas e instituciones convocadas en el Congreso Internacional por la Paz en Cocorná (Colombia), os animo y sugiero a que nos demos la posibilidad de vivir y convivir amando cada una de esas vocaciones que descubrimos a lo largo de la vida. Dando la oportunidad al otro a que pueda desarrollarlas, dándose uno la opción de intentar vivirla con coherencia y honradez, cada jornada. Démonos la oportunidad a los presentes y a los que estén por venir de vivir y convivir con autenticidad, libertad y responsabilidad.