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El mundo de las comunicaciones
2014/11/11

Antonio París

Un informe de la empresa de comunicaciones Vodafone (*), recientemente publicado, nos ha revelado cual es la trastienda de los presuntos estados de derecho del mundo occidental. Según dicho informe numerosos estados occidentales tienen conexiones directas y permanentes a sus redes de comunicaciones, de tal forma que ni la misma empresa puede controlar dichas conexiones. Y naturalmente, al margen de cualquier permiso judicial, faltaría más. Y por añadidura, en algunos países no pueden revelar a la opinión pública que tales conexiones existen, porque la ley se lo impide. Todo perfectamente organizado.

Un portavoz de la citada empresa en España aclara que nuestro país no es uno de los que tienen esas conexiones. ¿Le creemos? ¿Nos tragamos la versión de que uno de los países con más corruptos de Europa es impecable en el tratamiento de las comunicaciones? Tal vez  si o tal vez no. Veamos.

Supongamos que Vodafone dice la verdad y España está al margen de estas conexiones antidemocráticas. ¿Querría decir esto que nuestras comunicaciones son impolutas? Sería mucho creer que un país en plena explosión de todas las corruptelas imaginables deje de lado un poder tan importante como el de la información. Porque todos sabemos que la información es poder, un enorme poder, y nunca como hoy los medios técnicos han permitido un acceso tan fácil a todo tipo de comunicaciones. ¿Y quien tendría acceso a estas comunicaciones? Pues según Vodafone, los servicios de inteligencia. Vale, pero de verdad ¿solo éstos? Sinceramente, no es creíble. Si es tan sencillo acceder a todo tipo de comunicaciones por parte de organismos oficiales, ¿cómo no pensar que las fuerzas de orden público en su lucha contra ETA no hayan hecho uso de tales medios, incluso sin respaldo judicial? ¿Cómo no pensar que a lo largo de los años no se haya creado una cierta complicidad entre empresas de comunicaciones y fuerzas de seguridad, incluso al margen de los requisitos legales? Y si esto fuese así, ¿quién podría impedir que los técnicos de estas empresas, dotados de acceso casi ilimitado a las comunicaciones, no se sintiesen poderosos y protegidos aún al margen de la ley, e incluso para asuntos no oficiales?

Todo esto no son más que elucubraciones, sin duda, pero ¿son absurdas? ¿En un país con tantos corruptos como el nuestro es absurdo imaginar un colegueo gestado a lo largo de los años entre instituciones oficiales de información y/o de seguridad y las empresas?

Las revelaciones del funcionario de la CIA Edward Snowden nos han alertado sobre los manejos de una prestigiosa democracia occidental, los Estados Unidos, con la información de Internet. Otras potencias occidentales han protestado por sentirse vigiladas, pero nosotros pensamos, ¿realmente esos países no realizan actividades similares sobre sus propios ciudadanos?

Estamos inmersos en una crisis económica y social de desastrosas consecuencias para muy amplias capas de la población, pero pensamos que la crisis va mucho más allá. Creemos que estamos ante una crisis ética de grandes proporciones que nos obliga a cambios drásticos en la estructura de nuestras democracias y estados de derecho, salvo que aceptemos como irremediable retroceder hacia la ley de la selva. Y un derecho básico a preservar es el de la intimidad de las comunicaciones, y cada vez parece más evidente que los estados rebasan la línea roja de la legalidad, aunque naturalmente apelando a la seguridad, como no.

¿Y en que afecta esta situación al problema del acoso laboral?

Pues en primer lugar como cualquier otra forma de corrupción. Allá donde haya métodos ilegales, si algún profesional de las comunicaciones no se adapta a ellos tendrá muchos y graves problemas.

Y en segundo lugar, si se trata de cualquier usuario de las comunicaciones que sufre acoso en su trabajo, podría suceder que quien le acosa estuviese adecuadamente relacionado para poder utilizar los servicios ilegales de las comunicaciones, algo que reforzaría gravemente el acoso. Porque no nos engañemos, si este tipo de corrupción existe, muchos espabilados habrán encontrado la forma de utilizarla en su beneficio.

En cualquier caso parece evidente que en el mundo de las comunicaciones, hoy tan avanzado tecnológicamente, no todo es lo que parece, y probablemente suceden cosas que han de ocultarse a la opinión pública. Pero confiemos, algún día todo se sabrá.

Asociación Agacamt

(*)http://internacional.elpais.com/internacional/2014/06/06/actualidad/1402046466_988050.html