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Un lugar para disfrutar de la vida
Europa ante la Unión Europea
2015/02/16

Manuel Carmona Rodríguez


Aristóteles, hace ya muchos siglos, mostró que en el término medio está la virtud. En Alemania, hace décadas que cuando alguien decide, por ejemplo, hacer mejoras en su vivienda, solicita tres presupuestos. Ante una calidad buena de obra, el alemán tiende a elegir el presupuesto intermedio. Esta circunstancia real puede alumbrarnos para afrontar las circunstancias de nuestro tiempo.

Hace casi veintiséis años que Europa, el Mundo y Alemania asistieron a la unificación alemana. La Unión Europea y los Estados Unidos contribuyeron a ello. Las administraciones públicas de los distintos países europeos aportaron fondos para la reinclusión de los alemanes del Este en una Alemania unida, sin que afortunadamente hubiese proceso bélico de por medio. ¿Cuánto nos ahorramos por ello? ¿Qué lección histórica nos ha aportado a todos ese logro? ¿Qué nos puede esto inspirar para encontrar vías intermedias realistas e imaginativas para superar los problemas sociales de todo tipo que están sufriendo los griegos?

Aquella celebración para Alemania, Europa y el Mundo que fue la reunificación alemana permitió el reencuentro de cientos de miles de familias y amigos tras décadas de difíciles circunstancias para interrelacionarse. Recuerdo que durante mi primera visita a Alemania en el verano de 2002, que se proyectó también hacia la República Checa, pude comprobar otra serie de realidades:

La primera que un grupo importante de los alemanes de mi generación nacidos en el oeste del país, estaban dispuestos a ayudar a sus compatriotas del este, pero a cambio querían acabar con los despilfarros y la holgazanería de sus homónimos orientales. Al contemplar dos películas maravillosas, La vida de los otros, y Good bye Mr. Lenin, pudimos asistir sin paños calientes a la realidad de la antigua República Democrática Alemana. La falta de las libertades públicas y de los derechos cívicos más básicos, la existencia cotidiana de coacción y purgas, el acoso laboral y la violación.

Todo ello me hace rememorar una escena que contemplé en Marbella durante los cursos universitarios de verano en 1994. Los coprotagonistas, músicos y bailarinas del famoso ballet Tropicana de Cuba. Una noche en Puerto Banús, dos de aquellas bailarinas iban de acompañantes de dos hombres que habían superado los sesenta y cinco años, y que conducían un flamante Rolls Royce marfil. Era la Marbella que gobernaba con frivolidad y métodos espurios el Partido Gil y Gil con el consentimiento del gobierno regional del PSOA en Andalucía y del último gobierno de Felipe González a nivel nacional. Era la Marbella que mayoritariamente se dejaba gobernar así.

Uniendo aquellas realidades con la segunda circunstancia que os quiero exponer, lo dicho sobre aquella RDA y aquella Marbella, todas ellas van de la mano con la lamentable y deleznable realidad denunciada en la excelente película Show girls: Venderse y no escatimar en cómo hacerlo para alcanzar el supuesto éxito. Está claro que todo no vale ni en el plano ético, ni estético, ni legal, ni económico ni político…

Volviendo ahora a aquel primer viaje a Alemania y a la República Checa, pudimos contemplar la fealdad, la suciedad y ciertos hábitos rancios en que el bello país checo y parte de su población habían caído durante la larga etapa prosoviética. Las secuelas estaban ahí delante de nuestros sentidos. Por supuesto, que ciudades como Los Baños de María o Praga siguen siendo hermosas e históricas y el futuro lo tienen por delante para recuperar todo su esplendor pasado y el que está por hacer. Pero, como cualquier pueblo o urbe requerían estar a la nueva altura de nuestro tiempo. Eso exige a sus habitantes, visitantes y otros, dedicar parte de los recursos y esfuerzos a hacerlo posible.

Era evidente en Los Baños de María el deterioro sufrido durante la etapa prosoviética. ¿Quiere decir esto que en la Europa occidental o en los Estados Unidos, u Oceanía, estábamos entonces o ahora exentos de miserias, fealdades, errores o injusticias?
La respuesta es rotunda: no.

Es evidente que España ha dado pasos de gigante de manera cotidiana en los últimos sesenta años. Está claro que los Estados Unidos siguen siendo el país más proactivo para acoger y promover el espíritu creativo e innovador. Ahora bien, España, como la mayoría de los países europeos y occidentales, cometió errores en adorar la vida hípermaterialista, súper consumista, los hábitos frívolos y proclives a la vanidad.

Es evidente que en los Estados Unidos hay cuestiones civiles que afectan a circunstancias clave de la vida cotidiana de las personas y de las generaciones que han de ser afrontadas y resueltas: coberturas sanitarias de calidad para toda la ciudadanía; o la legalización de millones de personas que viven con honradez.

Ahora que se acerca un periodo electoral desde lo local a lo nacional, pasando por lo regional, es bueno que irradie, arraigue y se expanda aquel lema que Ortega nos lanzó hace ya más de un siglo. Reivindiqué ese mensaje profundo y ejemplar de Ortega durante el Congreso Internacional 1914-2014: Cien años de Meditaciones del Quijote y del nacimiento de Julián Marías, celebrado a primeros de abril de 2014 en Sevilla. Se preguntó Ortega -¿qué es país?

A lo que él respondió: aquello que cualquier persona -hombre o mujer- se plantea cada día hacer con su vida cuando sale de su casa.