Alberto Caeiro Jr.
Eso es lo que piensa y siente uno cuando se va adentrando en el poemario Sinfonía y voces de Rosa María Estremera. Apenas la lectura de las primeras veinte o treinta páginas, y te ves obligado a preguntarte ¿qué cimas podrá alcanzar en futuras obras?
Quede ahí la cuestión, ya que las circunstancias de la vida siempre acaban influyendo en las trayectorias de cada persona; ahora bien, toca al menos el intento auténtico y honrado de que aquellas estén a favor, que no es flaco esfuerzo.
Esta obra que ha editado Vitrubio tiene una fotografía de cubierta de la propia poeta llena de simbolismo. Está ausente la mujer que ama y también el hombre amado. Y, sin embargo, intuye uno que en aquel banco han pasado vivencias entre ambos. Es la geografía sentimental de Ortega y Marías, y de la novela Volver a amar (la catarsis) del escritor Manuel Carmona, en estado auténtico a través de una imagen y, por supuesto, en la mayoría de versos y poemas que componen Sinfonía y voces. Estructurado en cinco partes o sinfonías, en cada una de ellas hallamos desde poemas al estilo haikus y hasta algún aforismo, y por supuesto poemas largos y de una profundidad extraordinaria.
Tiene Rosa María Estremera la capacidad de descender desde la cumbre del iceberg hasta su décima parte más profunda. Y lo hace como os decía antes con poemas de distinta métrica, extensión, … Pero al leerlos uno los reconoce de ella; hay autenticidad estilística y en los contenidos, señal de que se han vivido y de que se ha mirado a la vida, a los demás, con espíritu abierto. Tampoco nos debe extrañar si caemos en la cuenta de que la poeta se dedica a la psicoterapia y al psicoanálisis. Aunque dicho sea de paso, hay gente que se dedica a una profesión y solo destaca en ella, mientras que el resto de circunstancias de su vida resulta un caos.
Prologado Sinfonía y voces por Jesús Ayet con palabras que ya invitan con mesura a la lectura de esta obra, en conjunto está bien editada. Ahora bien, hacemos saber al editor que se plantee el usar un tipo de letra diferente para los poemas. Esa letra tan negrita es mejorable siendo sustituida por otro tipo, que es la misma usada para los títulos de los poemas que los llevan –estos en mayúsculas-; proponemos mejor recurrir a una fuente no tan densa. La elegancia también se mide por esos detalles, y en sucesivas ediciones de este poemario o de esta colección bien hará el editor replantearse este asunto. Así como en corregir las erratas de las páginas 116 y 117. Es normal que un texto tenga errata porque lo editamos personas, los editores. Ahora bien, hay cosas obvias.
Ha bebido Rosa María Estremera como veníamos diciendo de las fuentes clásicas y de la más importante de todas: la vida. Se nota que Pedro Salinas tiene un lugar en su universo personal. Se intuye que también otros clásicos de las letras hispanoamericanas como Machado, Pessoa, …
Imaginaros, queridos lectores del Rick´s Café, una tertulia una tarde de mayo primaveral de sábado en el madrileño Restaurante Cafetería El Espejo. En una ciudad con demasiadas prisas y estrés, demasiadas urbes como esa en el mundo en nuestro tiempo, la poeta se cita con D. Pedro, D. Antonio y de D. Fernando -recién llegado este último de Lisboa vía ferrocarril-.
Se han citado para que Rosa María les regale a los tres un ejemplar de Sinfonía y voces antes de su primera presentación. Salinas echa un vistazo y se queda con el poema “Necesito tu voz”. Machado se queda con “Toma mi voz”. Y Pessoa con “Hay un tiempo”.
En este último, la poeta se desnuda sentimentalmente con valentía, elegancia y sensibilidad. Sus emociones han dejado atrás las corazas que pudo tener. Muestra sus errores, sus carencias, mira al otro –su pareja- y a los otros. Pone en solfa las equivocaciones y los vicios del relativismo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Y hace su catarsis. Se abre sin ambages, a corazón abierto. Se adentra en el sendero de la libertad, ha elegido la vida auténtica. Eso es la poesía, eso es la literatura, eso es el arte, … Por eso, enterremos de una vez los maniqueísmos de las ideologías. Por eso la ética y la moral son imprescindibles hoy y mañana, siempre.