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La Mayora, un paraíso a cuidar
2014/01/03 La Mayora, un paraíso a cuidar

Cae el Sol cuando llegamos a las inmediaciones de La Mayora, la finca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ubicada en el municipio malagueño de Algarrobo, en pleno corazón de la Axarquía. Estamos en los días previos al 25 de diciembre, cuando las jornadas diurnas comenzarán a ganar terreno a la noche, por eso contemplamos los últimos reflejos solares sobre sus terrazas cuando son las seis de la tarde. Hemos arribado a La Mayora desde el frío húmedo de Sevilla para encontrarnos con la calidez invernal de un micro clima tropical. Los contrastes paisajísticos y de temperatura se dan en un espacio menor de trescientos kilómetros, invitando a pensar y sentir que estamos en una especie de pequeño continente, sensación e impresión que se refuerzan por la presencia de la unión de las placas continentales euroafricana. Aunque la hora y el frente nuboso nos impiden ver las constelaciones y estrellas, La Mayora cuenta con un mirador aeroespacial extraordinario.

 

El mirador aeroespacial de La Mayora.

Ver salir el astro rey en La Mayora es emocionante. Te asomas al balcón y te ves rodeado de terrazas de cultivos. Es la sabiduría de la agricultura árabe que supo entender la orografía del terreno para cultivar. A unos dos kilómetros emerge la inmensidad del Mar Mediterráneo. Está hoy tranquilo, sus oleadas son serenas. Los accidentes geográficos de la costa malagueña se dibujan al contacto entre la tierra, las olas y los montes. Estamos gozando de la pedagogía sobre el terreno, como ya nos alentara a hacer aquel genial rondeño que fue Francisco Giner de los Ríos.

Aunque es finca donde investigadores de talla mundial y una nueva generación de científicos trabajan a diario, el arte y las humanidades están presentes de una u otra manera en La Mayora. Su propia belleza, su silencio, los sonidos de las aves y del crujir de los árboles, nos invitan a escribir, a pintar o a hacer un improvisado teatrillo grabado en pleno campo, como es el caso de tres inteligentes mujeres que van a sorprender a sus compañeros. Son las horas previas al almuerzo navideño, y tras duras jornadas de estudio, investigación y elaboración de informes, ha llegado el momento de coger aire. Quién no entienda esto es señal de que nunca ha investigado ni estudiado ni se ha sentado a escribir un poema que merezca la pena. No sabe lo que es arremangarse y currar. No es La Mayora espacio para caciques y si alguno hay, bueno será que cambie o su puesto lo ocupe alguien competente y honesto.

 

Unas improvisadas artistas en La Mayora.

Vamos recorriendo La Mayora combinando el tránsito en coche con el paseo. En sus cuestas nos encontramos con rampas propias de un Puerto de Montaña de Categoría Especial o de Primera Categoría, como nos señala un letrero que marca un desnivel del 20%. Y llegamos a una rica zona de arbustos tropicales que recorremos. Apreciamos distintos tipos de aguacates, chirimoyas, limones, lima limón… Son cultivos que exigen una supervisión constante para ir mejorando sus procesos respetando el medio ambiente. Por eso, cuando llegamos al laboratorio de las moscas, escuchamos a la científica Rocío Camero Flores cómo nos explica su tarea cotidiana de analizar los comportamientos de los insectos sobre los frutos y las flores de cada cultivo. Recientemente varias empresas les ha encargado un pedido de sus moscas porque también investigan en la maduración de esos procesos de cultivo. Llegar a descubrir cómo mejorar la producción de las flores o la calidad de los frutos sin dañar ni al arbusto ni a la flor, ni al medio ambiente ni al consumo humano, son propósitos que se han marcado.

 

En el laboratorio de las moscas, la científica Rocío Camero y el poeta David González que nos hizo de guía por La Mayora.

Al salir del laboratorio, nos encontramos entre otros con Fernando, un algarrobeño con una capacidad de trabajo descomunal. Otros compañeros con gentileza se acercan a nosotros para mostrarnos los detalles de su labor, como por ejemplo la sala dedicada a regular los compuestos que suministran a los cultivos para mejorarlos. Junto a esa sala donde se miden las cantidades y los compuestos, una serie de depósitos con sus sistemas de conducción con la técnica del riego por goteo.

En La Mayora no solo están preocupados por los espacios rurales y agrícolas, también por los ecosistemas urbanos. De un tiempo a esta parte se han lanzado a promover la mejora de los huertos urbanos. Combinan para ello distintos tipos de arenas, piedras y estructuras metálicas. Son estas especies de terrazas fabricadas con simpleza e ingenio.

Cultivos y arbustos diferentes en una de las terrazas naturales de La Mayora.

Prevalece en La Mayora el trabajo en equipo, lo que no difumina la personalidad de cada investigador. ¿Qué sería de Andalucía, de España y del Mundo, si cada talento y sensibilidad individual conectará con otros y se pusieran al servicio de una causa común?

Vamos llegando al mediodía, y nos despedimos de La Mayora y su gente con un cálido ¡hasta luego!